En tu cuerpo
(primera parte)
I
En tu cuerpo,
Las olas de mi destino recalan,
Su movimiento al fin detienen,
Su acuoso cuerpo que con tu cuerpo
En manto de agua se transforma.
En tu cuerpo caben mis auspicios,
En él celebramos del mar la vastedad,
En él la saliva se me agota,
En él no hay sino de mí la continua la presencia.
En tu cuerpo mis caricias se prolongan,
Con él reinvento de mis tibios ojos las miradas,
Con él imagino islas que aún no existen,
Con la retórica inventa nuevos libros.
A tu cuerpo las olas de mi destino arriban,
En él derriban de las olas la transparencia,
Con él murmuran nuevos marítimos los cantos,
De él extraen la sal de mis lágrimas y dedos.
En tu cuerpo, con tu cuerpo, de tu cuerpo
Mi sol extrae su luz,
Sus mitos, sus leyendas, sus divagaciones,
Y sin él, no soy sino tristeza, sino dolor.
II
¿Qué hay del calor que agita el mar de mi garganta?
¿Qué hay de la voz que solo sale por mis ojos?
¿Dónde quedó el horizonte sin mis pestañas clavadas en tu paciencia?
Me duele que el mar no tenga olas,
Que la sal retire de él su presencia,
Que las islas se hayan agotado,
Que mis labios tu cuerpo no tengan a su alcance.
Tu mar se agolpa en mis ventanas
Y me inunda la garganta y los pechos y la espalda.
Por toda la piel el olor de tu voz me conmueve
Y no tengo ya sino agua salada que me ahoga.
III
En tu cuerpo se mece mi alma
Y es agua que a chorros brota
En cada rincón, en cada el contacto.
Con él acumulo en un solo el llanto
Y vuelta mar, mis olas en ti florecen.
No puedo sino imaginar de él la acuosa voz,
No puedo sino crear en mi cuerpo
De él la agitada agitada voz.
En tu cuerpo mi cuerpo sus amarras las enreda,
En tu cuerpo ya entre proa y popa no distingo
Y el vaivén de sus olas nubla de mis velas el horizonte.
No puedo resistir ya la marea,
No puedo de tu agreste cuerpo resistir la marea, la marea.
IV
Veo el sol que ilumina de mi piel el horizonte
Y es tu cuerpo el sol que a mi cuerpo de vida lo recubre,
Es tu cuerpo el único alimento,
La alegre sensación de las marítimas las olas,
La marítima sensación de tus alegres olas.
Veo tu cuerpo sol que profundiza mis palabras
Y el mundo que crea en mí tu aguda la marea.
Veo tu cuerpo, obsesivamente, obsesiva,
Lo veo en cada gota, en cada de mar las olas.
En cada playa, cada isla, en cada del sol las mareas.
Veo, veo tu cuerpo, veo,
Y a repetirlo aprendo en cada lengua,
En cada de mis pulmones las respiraciones,
En cada sentido que en mí despierta
Tu tibio cuerpo de las mareas el resultado.
V
Despierta en mi piel el cielo de tu cuerpo
Y en mis manos hay solo luz.
Y no puedo sentir de la vida los duros límites,
Ni de la tristeza la dura perversidad,
Ni del destino el conocido y duro fin,
Con tu cuerpo entre mis olas,
Con tu cuerpo que derrama de mis ojos las salinas olas,
Con tu cuerpo entre los dedos de mi acuosa acuosa piel.
Despierta en cada de mi piel las gotas
Tu cuerpo, el desfile incontenible de agrestes olas.
Es río y vasto mar, el océano que frecuenta mis pupilas,
La enorme e incontable cantidad del agua
Que ahoga en mi interior cualquier trágico intento
Por al vaivén de tus olas escapar.
VI
Y me dicen que no existe mar que no se agote,
Mas claramente no lo entienden, no,
No es del tiempo el paso ni la polución,
Es el infinito de la mi memoria, mi memoria,
El inabarcable en mí el mar y sus agitadas olas,
Es el tibio calor de mis palmas sobre tu cálido cuerpo,
Lo que el vaivén no, no agota,
El que regresa, va y viene, sube y baja,
En de la mi memoria el espacio.
En mí de tu cuerpo las eternas aguas
Son en verdad eternas y su movimiento no se detiene,
Tu cuerpo es en mí eterno
Tu cuerpo es del mar en mi interior la eterna la memoria,
Es tu cuerpo el entero mar de mi eterna la memoria.
VII
De tu cuerpo celebro el agua,
De tu cuerpo la cúspide de la marea.
Celebro de tu cuerpo el mágico el vaivén
Y la sombra que en mis alas se proyecta.
El agua de tu cuerpo yo celebro,
La cristalina superficie que me corta,
La agitada superficie que la vida en mí permite.
Quiero de tus olas el acuoso cuerpo fértil,
Y de cada isla y cada arrecife su vida entera,
Contigo ser del mar la salada la cadencia,
Contigo el trasiego de corrientes,
Contigo el reflejo que en las olas la acuosa luna imprime,
Símbolo de luz en mi interior,
Brillo que agita y conmueve en mi cuerpo las sus marismas.
De tu cuerpo celebro yo el agua,
De tu cuerpo la alta cúspide de la marea,
De tu cuerpo, es tan simple, del agua la cálida la existencia.
VIII
No puedo, nunca temer lo puedo,
Que de tu cuerpo acaben en mí las olas.
No puedo, temer no puedo,
Que de tu cuerpo acaben en mí las olas.
Es imposible, créelo, imposible,
Nací con el mar y de morir en sus blancas olas,
Nací con el primer contacto de tu agitado cuerpo
Y el último suspiro con tu cuerpo anidado en mi piel me sorprenderá.
No, no puedo temer el olvido,
No puedo incurrir en el temible error,
En conciencia o dormida, del agitado mar de tu cuerpo
A mis sentidos su la sal los conmueve.
¿Cómo puedo temer entonces
Que el mar sus olas las apague,
Que el cielo a derretirse alcance,
Que el sol agote su intangible luz?
No, no puedo, no puedo,
No puedo temer al pérfido el olvido,
De tu cuerpo no puedo temer el olvido,
A tu cuerpo mis tangibles olas lo recuerdan,
Y mientras su largo el cabello lo agiten
Olvidar de ti el cuerpo no, no puedo.
IX
En tu cuerpo el mar inscribe todos todos sus los nombres
Y a partir de tu cuerpo del mar la vida entera
Se reproduce, se reproduce, se reproduce.
De tu cuerpo brota en mí el mar
Y con él soy solo solo mar,
Mar que refleja, en movimiento, de tu cuerpo la alborada,
Que refleja cada ola, cada isla, cada corriente, cada gota.
Soy la sal que en tu cuerpo se disuelve,
El río que teje en tu piel de los peces sus aletas,
De los peces la profunda la respiración,
De los peces las continuas migraciones.
En tu cuerpo soy un solo de la sal el grano,
Del fértil mar una sola, mas felicísima, acuosa gota.
X
En tu cuerpo no hay esquinas,
En tu cuerpo no hay de la vida errores,
En tu cuerpo solo solo mi vista encaja.
Y no aparto de su azulada tersura las mis alegres manos,
No puedo de su marítima alegría desprender la voz,
No existo sin sus continuas olas que en mí llueven
De la distancia los curvos los caminos,
De las dualidades el mayor a uno el conteo.
Sin tu cuerpo mi cuerpo no ocupa espacio,
Sin tu cuerpo en mi piel no hay del mar el movimiento,
Sin tu cuerpo no tengo ojos, oídos, manos, de la garganta la acuosa voz.
En tu cuerpo me distraigo con el mar,
En tu cuerpo solo habita solo el mar solo,
En tu cuerpo detengo de mi equilibrio la ajena la marea,
En tu cuerpo no hay más esquinas,
En tu cuerpo no imagino de la vida errores,
En tu cuerpo mi vista encaja y con tu cuerpo eternamente permanece.