sábado, 5 de septiembre de 2020

Poemas I

 Entre mis dedos pía.

Entre mis dedos pía el gorrión.

Con los labios su pico beso.

Despliega sus irreverentes alas, el gorrión sus alas,

Cuerpo que te enciende, que te gesta,

De ti piel oscurecida,

De ti espacio irreverente.

 

Entre mis dedos uno, el gorrión,

Entre mis labios dos, el gorrión, el gorrión,

Equidistantes, muerdo suavemente sus tiernos picos,

Entre mis dedos acumulan de mi tacto la observancia, 

entre mis labios acumulan, del canto la ternura.

 

Ya Lesbia lo decía,

Aunque de su canto no quede ni el eco ni un murmullo,

Eco, un murmullo,

De Lesbia los gorriones,

De tu cuerpo, los gorriones,

 

Eres, entre mis dedos, el gorrión

Y yo tu canto interpreto, tu canto entre mis dedos,

Yo tu canto entre los dedos,

Interpreto, de gorrión el canto, 

entre mis dedos,

El canto, 

del gorrión el canto.

Vuelas, ligero, y depositas en mi alma el destino.

Vierte en cada rincón de las caricias la suave piel,

En mis labios la eterna canción de cuna,

En mis brazos un sinfín de trinos,

Deposita en mi alma,

El cimiento de civilización,

en mi alma

de civilización cimiento.

 

Que tus alas cubran, suaves, con su peso mi ingravidez,

Que entre las piernas me aseche con su canto,

Que me cante en cien mil lenguas de fuego, que me cante,

del batir de sus alas,

Que me hable de la construcción de mi nido

Y que penetre en su interior y acumule cantos y tiernos trinos,

Que en mi alma, su interior,

En ligero vuelo penetre con su canto.

Sudan tus palabras en mi rostro

                                                              El contacto.

Sudan, entre cerrojos y nuevas llaves,

                                                                        El instante, el néctar,

                                  El largo pico que su fortuna explica lentamente,

Y el polen, alimento inconmensurable,

Tus palabras sudan,

Al contacto sudan,

en mi rostro sudan.

 

Sudan tus palabras trinos y canciones

Y en mí depositan la hermosura,

Claridad de sol y puertos,

Negación de tanta, tanta oscuridad

Y se me inunda de luz el alma,

De alma se me inunda la luz, la luz.

 

Sudan tus palabras himnos

Y los esparcen cuidadosamente,

Sobre  mi tersa piel los esparcen;

Canta mi piel con sus notas,

Canta y suda

Palabras desaprisionadas, himnos, puertos, luz,

Sudan tus palabras

En mis puertos luz,

En mi luz los puertos

Y somos luz y puerto,

Himno, canción y trino.
No puedo ya ocultar tu rostro:

Hombre de mil espaldas,

Cien ojos y una sola, única mirada.

 

No puedo ocultar ya la larga escala de colores

                                                                                         Que tus piernas riegan entre mis dedos:

Eres murmullo con agravantes,

Explosión en mis pechos, erupción, génesis, 

                                                                                    del placer origen.

 

No, no puedo, ya no puedo,

Escarbar entre mis dientes,

Alojar bajo la lengua,

Mirar sin mirar a través de la mirada:

Estás y eres

                     La razón de mi largo trino,

                                           rostro que miro sin mirar, sin miro, sin miramiento, 

          imagen de continuidad, 

única entre las posibilidades,

único refugio,

obsesión.


Aniquilas, en instantes,

Mi condicional libertad.

 

En la jaula miro que vuelas alrededor

Y te sé libre, en libertad,

Mas mis alas no quieren ya seguirte, no,

Ya no quieren, ya no pueden, ya no existen… mis alas…

 

Entre la gesta de tu cuerpo quedaron envaradas.

Como huesos, se tornaron:

Rígidas, sin aliento, sin parpadeo,

Y poco a poco fuertes rejas de éstas, mi prisión.

 

Ya no vuelo en libertad, ya no,

No puedo, no quiero,

Soy jaula y cárcel

Y entre mis barrotes me aprisiono,

A tu cuerpo en vuelo me aprisiono.

 

No puedo, no quiero,

Sin tu selva, majestad, parir no quiero,

No puedo, no, no, no puedo ya.
En mi recuerdo permanece tu silencio.

Me recorre lentamente,

Tu recuerdo me recorre,

De arriba abajo, tu recuerdo,

En mi piel tu silencio germina a cada rato, 

es recuerdo, 

                        con él acuerdo, 

                                                      con él concuerdo, 

juntos somos uno y cada uno, recuerdo:

recuerdo tú, recuerdo yo, recuerdo ambos, recuerdo,

recuerdos que se acuerdan, que concuerdan

recuerdos que recorren del otro los recuerdos,

que se vuelve sus recuerdos,

que vuelcan en recuerdos del otro los recuerdos.

 

Tu silencio me devasta de cada célula la soledad,

Me enciende pechos y cadera,

Me enciende de la soledad la última flama,

Devora de mí los últimos recuerdos.

 

Tu silencio me enciende, me enciende,

cada suspiro, cada poro, cada vello, 

me enciende tu silencio que en mí cataloga

espalda, nalgas, pies

y vertebra en mí el horizonte,

me transforma en nítido, nítido recuerdo,

me recorre, me asfixia, soy y es uno en mí,

tu silencio,

y sin él nada me atormenta, nada crea mi congoja,

sin tu silencio ya no callo, ya no vivo,

desmembro mi cuerpo parte a parte.


Dicen que masticas mis pechos con tus manos

Y que penetras mi piel por cada poro.

Lo cierto, Catulo, es que bailas en mí yambos y coreos,

Mas nunca alcanzas la totalidad de mis versos y sus matices.

 

Ya lo sabes, cachorrito, que entre tu saliva y la mía,

La mía recorre por entero la superficie de tus estaciones,

Así es, tanto, mi deseo,

Así que no presumas ahora de mi piel los sabores,

Ni que consumes seguido en mí la larga aventura.

 

Deja la narración de los vapores a mi larga lengua pletórica de matices

Y a mis versos el canto que el ritmo ya no contiene.

 

Así es, tanto, mi deseo.


Ahora que dicen que en talleres labré mis versos,

Reconozco que en veces tomé el cincel en préstamo,

Mas el toque en cada golpe, en cada golpe,

Mío por completo es.

 

¿O acaso Miguel Ángel no de un maestro su oficio aprendió?

 

He aquí mis versos con cincel pulidos

Y que juzgue quien a leerlos acierte,

Sin oficio, con oficio,

Mas sin prejuicio en Letras aprendido.


Tal parece que de tu ropa el invierno  es.

En tu cuerpo, primavera, florece mi sentido.

 

Entre mis manos enredadera, las flores nacen,

Reciben de tu piel el sol,

Germinan con el agua de tu interior

                                                        Que se vuelca,

                                               Ágil y rauda,

                                                                 En catarata,

                                      Caída de agua pura,

                                                         Espuma de Cronos,

                                                  Simiente,

                             Reflejo en que mirarte puedes…

 

Me invita la superficie, a detenerme, a asentar el campamento, plantar la vid

Y a que el constante riego de tu virtud provoque en mí florecimientos.

 


Como la vaporosa tela que roza mis pezones,

Estalla en ti la marea.

 

Presume ahogarte ahora, presume,

Que me suma entre tus olas de cristalina materia de deseo

La mentira que de tus labios cae.

 

Como la vaporosa tela se transfigura sobre mis pezones

El mar que acumula peces llena de deseo y fortifica,

Ahora oculta que entre la marea consumes tu breve, breve espacio, tu deseo,

Oculta a las algas y corales del mar la sal,

a las gaviotas del viento la resistencia que generan sus emplumadas.

 

No cabe más el fingimiento:

Que la risa sea risa,

Que el llanto sea llanto.

 

Acumula, dentro de mí, la distancia que no tiene distancia,

El perfume que invoca de la rosa la palabra.

 

Vamos, ea, que en ti estalle la marea,

Como si fuese tela, la vaporosa tela que mis pezones roza,

Que estalle, que estalle,

Que la tela estalle,

Sobre mis pezones estalle,

Sobre mi cuerpo estalle,

Que en mí estalle,

que la marea en mí estalle.

 

Deja ya la mentira, déjala,

La mentira acaba,

Termina la mentira,

Suelta de la verdad el cinto

Y que estalle, que la verdad estalle,

Que sobre mis pezones está-

Que sobre mi cuerpo está-,

Que sea la marea la que en mí estalle.

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